Italia conquista la selva
El equipo contracultural de Prandelli se impone a una magnífica Inglaterra en un partido enorme
Italia conquistó el partido de la selva a partir del toque. Convencidos de la senda emprendida tras el Mundial de 2010, los compañeros de Pirlo han transformado el modo de entender el juego en un equipo que históricamente representó otra cultura. Fue a fuerza de mover el balón con criterio como vencieron a Inglaterra. Ambos adversarios se batieron con grandeza. Ni el calor, ni la humedad, ni la plaga de calambres, les pusieron freno en una noche inolvidable para la gente de la Amazonia que pagó la entrada.
Prandelli agotó el tiempo reglamentario de pie en la raya, sudando en el interior de su traje de Dolce&Gabbana para orientar a los jugadores en los ajustes y en los despliegues. Hodgson permaneció sentado en el fondo del banquillo, contemplando el paisaje con la mano en la barbilla. Cada seleccionador expresó con su postura un modo de afrontar la revolución futbolística que experimentan sus equipos. El inglés, flemático y alejado de academicismos, deja que opere la clase de sus jugadores, una generación reforzada por la hornada formidable de Liverpool y Southampton. Prandelli tiene más trabajo. Su obra es colosal. El hombre se ha propuesto formar una selección nacional bajo parámetros que contradicen la tradición de la mayoría de los principales clubes del país. Va contra la cultura vigente. Quiere que Italia inice tocando, que construya, que lleve la iniciativa. Lo busca con una determinación casi ciega: no atiende a demagogias, ni al hecho decisivo de que le faltan centrales y laterales rápidos y ágiles, ni al peligro que en estas condiciones supone un adversario como Inglaterra plagado de atacantes veloces que gozan corriendo y encarando.
La inauguración del estadio del Amazonas se celebró a lo grande. El duelo midió a dos campeones mundiales que salieron a buscarse sin complejos. Intentando doblegarse mutuamente desde la gestión limpia de la pelota, procurando la precisión en cada pase y jugando a ras de hierba a pesar de que el campo estaba agostado por el sol perpendicular del trópico. Los 30 grados de calor y la humedad del 70% tardaron en hacer mella en los equipos, quizá porque ambos administraron las posesiones con más pausa de la habitual. Por momentos el partido recordó al fútbol de otras épocas.
El público se puso inmediatamente del lado italiano. La gente cantaba “¡olés!” a los de azul y abucheaba a los otros. Pero en las primeras jugadas se hizo visible que los pesados defensas de Prandelli sufrirían intentando cerrar a Sturridge y Sterling. Cada aceleración de los delanteros del Liverpool dejó patente un desequilibrio. Pronto comenzaron a caer disparos de media distancia. Sterling al lateral de la red y Welbeck a la base del palo izquierdo, pusieron en alerta a Sirigu, el portero, ayer titular por lesión de Buffon.
Italia pasó por dificultades en la gestación de las jugadas hasta que Verratti se metió entre los centrales para poner orden. Fue admirable la sangre fría y el sacrificio que hizo este pequeño centrocampista de Pescara. Sólo cuando empezó a entrar en juego su equipo se ordenó. Fue el auxilio de todos en el eje de la cancha. Fue el socio de Pirlo, de De Rossi, de Paletta y Barzagli. Sobre la palanca de su mediocampo maduró el partido Italia, que se adelantó a la salida de un córner. Verratti jugó para Marchisio, Pirlo distrajo dejando pasar el balón, y el remate desde fuera del área abrió el marcador.
Ayer, resultó asombroso ver al público brasileño cantar “¡olés!” mientras los azzurri movían la pelota en campo rival
La respuesta de Inglaterra fue grandiosa. Henderson y Gerrard administraron la pelota con cuidado y Sterling se encargó de romper. Esta veel extremo metió un pase medido a la espalda de Barzagli, por donde apareció Rooney. Su centro encontró a Sturridge en el segundo palo para enviar el balón a gol. La jugada fue predecible a la luz de la lentitud de los zagueros italianos. Si no se repitió en más ocasiones fue porque esta Italia es un equipo bien trabajado que sabe organizarse desde la posesión.
Hasta hace poco Italia se defendía en su área y esperaba. Ayer, resultó asombroso ver al público brasileño cantar “¡olés!” mientras los azzurrimovían la pelota en campo rival. Y cuanto más la movían más padecían los ingleses, acalambrados por el esfuerzo y aturdidos ante la incapacidad de quitarle la pelota a sus adversarios. Un magnífico centro de Candreva bien cabeceado por Balotelli en el segundo palo pilló descolocado a Cahill y no encontró oposición en Hart. El portero no llegó a donde debía. Fue el gol de la victoria.
Prandelli aseguró la ventaja metiendo a Motta y replegando a su gente. Hodgson reaccionó con retraso ordenando el ingreso de Lallana y Barkley, dos talentos notables, desaprovechados ayer. La carga final de Inglaterra murió en los “olés” y exhibió dos cosas. Primero, que, hombre por hombre, tiene mejor plantilla que Italia. Segundo, que Hodgson proclama la necesidad de tener el balón pero no acaba de creer en los futbolistas necesarios para hacerlo. Su apusta por Welbek, los mismo que sus reticencias hacia Wilshere, demuestran una indefinición que se volvió en contra del equipo en los momentos de dificultad. Los calambres hicieron el resto.