Entre lo chocante y lo grotesco. Las comunicaciones interceptadas durante la investigación sobre los bancos involucrados en la manipulación de índices como el euríbor fueron tildadas ayer de “vergonzosas” por el vicepresidente y comisario de Competencia, el español Joaquín Almunia. Revelan la total impunidad con la que parecían conducirse los empleados de algunos de los principales bancos del mundo, que se saltaron todos los controles internos (si es que los había) para tocar al alza o a la baja el euríbor (acrónimo de Euro Interbank, Offered Rate), el líbor (el índice londinense) y tíbor (el de Tokio).
La forma poco transparente con la que se calculan esos índices ha fomentado los abusos: el euríbor está pensado para reflejar el tipo al que los bancos se prestan dinero entre sí. El problema es que no se usan los datos de transacciones reales, sino que se calcula con la información que aportan 31 bancos que operan en Europa.
La Comisión propuso hace dos meses nuevas reglas para evitar en el futuro prácticas que, solo en Italia, han arrebatado 3.000 millones de euros a 2,5 millones de hogares, según cálculos de las organizaciones de consumidores. Pero la norma propuesta por la Comisión, que debe ser acordada con el Parlamento Europeo y el Consejo, choca con los eurodiputados que desean rebajar su alcance: los británicos, por ejemplo, se niegan a que el regulador europeo tenga poder sobre el líbor.
Y sin embargo la necesidad de esas nuevas reglas está cada vez más clara, a la luz de los chats interceptados, facilitados a EL PAÍS por fuentes próximas a la investigación. Como resumía el premio Nobel Joseph Stiglitz en su último libro, los reguladores temen que las entidades financieras “estén compinchadas de forma tácita; pero a veces la connivencia, en casos como el del líbor, ni siquiera es táctita: es explícita”. Lo que sigue es la transcripción de algunos chats, en los que no aparecen los nombres de los bancos pero que muestran a las claras las prácticas en las que se ha basado la decisión de Bruselas: